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Del valor real de las construcciones. La teoría de que nos quiten lo bailao.

          ¿Que diferencia una vivienda que tiene tres dormitorios estándar, uno de 16 m2 y dos de 9 m2, con paredes enlucidas en yeso, carpinterías de aluminio blanco con vidrio doble  y muebles de madera de pino barnizado, de otra que tiene tres dormitorios con las mismas dimensiones de la anterior pero con las paredes chapadas en piedra de pizarra, las carpinterías son de acero cromado y muebles de madera brasileña?


 

A primera vista diríamos que la calidad de los materiales hace que el valor cualitativo de la segunda vivienda sea muy superior a la primera.

Imaginemos ahora que estamos en una situación económica complicada y que con la coyuntura actual fuera muy difícil vender, a un precio razonable, cualquiera de las dos viviendas.

Imaginemos además que las familias que viven en ambas viviendas se ven abocadas a alquilar una habitación de la misma para poder hacer frente a parte de los pagos de la vida diaria.

Para este ejercicio hay que tener en cuenta que siempre hablamos de familias de clase media trabajadora y que las viviendas se encuentran en el mismo barrio.

¿Habría tanta diferencia entre el precio de alquiler de la habitación en un caso y en el otro?

Creo que la respuesta es clara, no tanto.

           Otro pequeño ejercicio: Tenemos tres sofás, el S5, económico (500 euros), el S20,  cómodo con un precio razonable (2000 euros) y el S65 deluxe, cómodo y de “diseño italiano” (6500 euros).

Todos percibimos, sin duda, la diferencia en comodidad entre el S5 y el S20. Pero,  ¿sabremos ver las diferencias cuando se trate de comparar el S20 con el S65 deluxe?. Seguramente la diferencia la notaremos cuando el vendedor o el dueño o el del programa de televisión “Vaya casas” nos diga: “Es italiano” o “es de diseño” o “me ha costado mucho trabajo encontrarlo y que me lo traigan”.

Estamos convencidos de que existe un umbral calidad-precio que una vez sobrepasado la única manera de justificar el precio es con frases como las expresadas en el párrafo anterior.

             El valor subjetivo que proporcionan determinados materiales, digamos, “exclusivos” choca frontalmente con el valor real y práctico de las cosas siempre y más en la actual coyuntura económica. La madera de tal o este mueble traído de cual, no dejan de ser parte del aire que ha hinchado esta burbuja que nos ha explotado en la cara. Nos han vendido, un estilo de vida cuanto menos ficticio y con pocos efectos prácticos. Es un estilo que pierde fuelle a la hora de tener herramientas para sacarnos del apuro.

Siempre decimos: “que nos quiten lo bailado”, pero es que yo quiero seguir bailando. A lo mejor en una pista baile hecha de terrazo en vez de mármol, pero quiero bailar siempre.

Lo que realmente empieza a importar a las familias es el ahorro y disponer de viviendas bien resueltas en las que hacer posible su vida.

         En b2v arquitectura creemos en el valor sincero de las cosas., una buena vivienda con buenas soluciones constructivas es un valor seguro en términos prácticos y de ahorro. Buenas soluciones no implican que éstas sean caras, de lujo ni exclusivas.

No entraremos, por ahora, en conceptos de eficiencia energética que ya trataremos en profundidad en otros artículos más adelante pero que también influyen.

Conceptos como lujo o exclusivo no dejan de ser valores caprichosos y que fluctúan con el paso del tiempo.

Concedámonos el “lujo” de ser sencillos.

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