ArquiTortura y Crecimiento
ArquiTortura Creciente
Este post bien podría llamarse Arquitectura y decrecimiento, pero después de dar este sábado un paseo por “Las Setas” de Sevilla, no puedo más que ratificarme en que la arquitectura tal como se ha planteado en los últimos años es una verdadera tortura. ¿Para quién?. Desde luego para los transeúntes no, porque ellos se veían felices en las terrazas, patinando por la entreplanta a cinco metros de altura, al igual que los que descansaban en esa eterna escalera presidencial, no pudiendo negar que impresión me genera, ¡claro!, la misma que supongo tendrían estos científicos ante tal pedazo de nave musical.
No voy a entrar en teorías conspiratorias sobre la necesidad o no de dicho ente arquitectónico y sus simpáticos costes. Hay explicaciones brillantes sobre el tema como las que realizó en su día el señor José Fariña en su blog.
A mí sencillamente me parece una tortura mediambiental, una perfecta manifestación del crecimiento económico, una nueva expresión del capital y del siempre presente ego humano.
¡Que no, que no me gusta vaya!.
Lógicamente, como antítesis al crecimiento no puede ser otra cosa que el decrecimiento, no ralentizar o moderar, no, sencillamente ir "patrás", porque señores, ¡que lo petamos! (entiéndase el globlo terráqueo). Y por supuesto la arquitectura no va ser menos, porque mire por donde, estamos rodeada de ella desde hace siglos, pero no más que su entorno natural, ya que este último nos lleva unos añitos de ventaja.
Sobre este tema recomendamos el siguiente artículo: El decrecimiento: de la utopía a la necesidad.
En fin, ya escribió León Tolstói, que por estos lares mencionamos en su día, que el ser humano tiene sus cositas, y nosotros, sinceramente esperamos que el sentido común se apodere del mismo.